Libertad de expresión no significa sentirte con el derecho de decirles a los demás todo lo que te provoque y tengas entre pecho y espalda. Eso es libertinaje de expresión. Y de eso, de la belleza de las palabras te vengo a hablar en esta oportunidad.
En alguna oportunidad comenté en twitter que nadie tenía derecho de estar opinando sobre los cuerpos ajenos, y enseguida salió a protestar alguien de que esto era abusivo de mi parte, puesto que era dictatorial decirle a otros que podían o no comentar. Demasiado irónico y doble moral. Pero aquí no terminó este episodio. Remataba diciéndome que de toda la vida le habían dicho mil comentarios propios y extraños sobre equis parte de su cuerpo y que ahí estaba, “tranquilo”. Sin embargo, si saltó a comentar, tan tranquilo no estaba…
Nos debatimos en una época difícil, entre quienes ejercen el libertinaje de expresión y quienes se ofenden de todo y por todo; para quienes estamos en el medio viendo espantados (otros experimentándolo) el espectáculo doloroso y de mal gusto, estamos en una vorágine que lejos de aportar en la conversación, la hunde y enloda aún más.
Herir a los demás en nombre de mi libertad de expresión, es algo que una persona sana emocionalmente no hace, ni por casualidad. Decir lo que me da la gana y que los demás se aguanten entra dentro de este mismo supuesto. Esto me lo han explicado todos los psicólogos con quienes he tenido el honor de trabajar y que me asesoran en mi trabajo. Psicólogos cabe destacar que creen y ejercen en todas las vertientes de esta materia.
Hay demasiada gente pasando enfermedades, procesos internos y un sinfín de cosas a quienes estamos hiriendo y re victimizando, por mucho que éstas estén “fuertes” y en proceso de lucha. Son incontables los casos de chicas que están en proceso de salir de una anorexia o bulimia y un comentario nefasto las ha hecho retroceder, al punto de encontrarse con la muerte.
Quien está bien y sano por dentro, sabrá que hay cosas que pueden herir y dañar y no verá como “normal” decirlas (En otros casos es aún peor porque lo ven como divertido). Nadie sano y normal hará daño y para remate lo justificará, con expresiones como “es mi derecho” “es un simple juego” “no le hagas caso” etc. No está bien y por más que lo quieran disfrazar y justificar, nunca lo estará, emocional y psicológicamente hablando principalmente.
Por otro lado, tampoco es sano dejarse quebrar y atormentar por estas personas, pero estos son procesos que aprendes con dolor y tiempo. Al menos hasta mi generación, aquello de la inteligencia emocional era un tema poco explorado y del que poco se hablaba. Se había hablado de silenciar la violencia verbal y emocional con golpes, es decir, más violencia, pero jamás cómo manejarla de una forma sabia y como administrar nuestras emociones de forma inteligente, sana, responsable, efectiva y proactiva. Por suerte esto poco a poco va cambiando.
Nadie tiene derecho a lastimarte y mortificarte por tu apariencia física, pero como lo manejes ahí es ya tu responsabilidad, total y entera. Y no, no hacerle caso nunca es una opción.
Entre la literatura que recomiendo con los ojos cerrados para manejar este tema, está el libro “Emotional intelligence” de Daniel Coleman. Viene en formato online y en papel, en todos los idiomas y por un precio bastante accesible. Para mí ha sido una suerte de biblia que releo y consulto cada vez que siento que lo necesito. Sin embargo y soy siempre muy responsable con estos temas, las únicas personas autorizadas para manejar, orientar y dictar que es mejor hacer son los especialistas en salud mental (Psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras) los demás son público de galería que poco pueden y deben aportar en este tema. El intrusismo siempre lo he detestado pero en este particular le temo profundamente. Con la mente y las emociones no se juega.
En la psicología existe algo que se denomina “La ley del espejo” esto es la proyección constante que hacemos en los demás de todo quienes somos y cuando traemos por dentro. Si te sientes mal con tu físico estarás buscando en los demás proyectar eso, hacerles sentir dolor y la misma inconformidad que sientes contigo (de ahí que muchos busquen siempre lastimar a otros por su apariencia física por ejemplo) es por ello, y no me canso de repetirlo, que debemos ser inteligentes ante estas personas y situaciones. Son personas rotas, con dolor, con un pantanal interno inmenso que proyectan en nosotros. Lo que dicen no somos nosotros, no es nuestra realidad, son ellos, entera y totalmente. Es lo que son y tienen por dentro, no pueden dar otra cosa, porque no conocen otra cosa. Este es uno de los motivos por los que insisto y soy tan repetitiva con el tema de la autoestima. Si te sientes bien, harás sentir bien a los demás. Es simple, no puedes dar lo que no conoces, lo que no tienes.
Jamás normalicemos el maltrato, la violencia. Es imperativo educar y educarnos, y no, no me refiero solo a lo académico sino a lo emocional. Ni abusadores, ni víctimas porque el hacernos responsables de nuestras emociones, es también un deber nuestro como adultos, con nosotros en especial.
Como hagas sentir a otros dice mucho de ti.
¡Hasta la próxima!
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