Pinto

Pinto, pintor de sonrisas

by | May 18, 2023 | Relatos | 0 comments

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Cuando se abre el portón de la casa de Acarigua y se devela el enorme patio que guarda en sus adentros el alto muro de bloque, se puede disfrutar de un paisaje sacado del más colorido cuento infantil.

En primer plano un gran árbol, el caimito cincuentón que sembró mi padre cuando nos mudamos a “La Rodriguera”;  bajo sus ramas, a la derecha, sobre un pedestal de concreto, la pequeña capilla que construyó mi padrino Ismael a solicitud de mami, para adoración del Divino Niño Jesús. Un poco más allá, al fondo del solar, está el corral de las gallinas en el que las aves se resguardan de la noche junto a sus polluelos. Sigue la ruta de la placita en donde convergen aceras y cuatro esquinas, y que me lleva nuevamente a los paseos en triciclo de mi amada infancia. A la izquierda, pegado de la pared del vecino, el falso techo debajo del cual mis hermanos guardan todos los cachivaches que sacan de las piezas inservibles de sus carros y maquinarias y que, según ellos, servirán “para otra cosa”; luego, a un ladito, bajo la mata de mango, la morada de Pinto.

Pintor de sonrisas

Pinto es nuestro perro; el guardián que mi papá adoptó siendo un cachorro para que fuera el celador de patio. Aunque no tiene la menor idea de lo que significa ser guardián de algo, Pinto es un enorme corazón de cuatro patas salpicado de marrón, mirada tierna y un hocico que no se abre para ladrar ni atemorizar a nadie. A veces se escapa; sale disparado cual flecha veloz y con la determinación de llegar cuanto antes a la esquina. Jamás hemos comprendido su prisa para aterrizar en el mismo punto siempre porque solo da una vuelta, husmea y se regresa, campante, con ritmo y gozo, para su casa.  Nuestro perro no atemoriza ni a un ratón, permite que los pajaritos  se le suban al lomo mientras duerme y hasta juega con el gato.

Mi Perro Pinto

Pinto además de ser un empedernido pacifista cuadrúpedo, es el anfitrión más amable de nuestro hogar;  una criatura amorosa que se levanta de su siesta a cualquier hora para ir a recibir a las visitas que atraviesan la fortaleza de «La Rodriguera», no sin antes recoger una hoja seca en el camino para entregarla como regalo al visitante.

Pinto es nuestro perro

–¡Que otro ladre y asuste! –pareciera decirle a todos con sus ojos, mientras entrega en mis manos la preciosa ofrenda con la que me da la más cálida bienvenida.

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