Es por la avena

¿Qué haces para estar así de conservada a tu edad?

No entendí mucho eso de “conservada” pero, simplemente seguí la corriente a mi amiga quince años menor que yo: “Es por la avena” -le contesté.

Tomando como un halago la pregunta, meditando una respuesta real y deduciendo que “estar conservada” significa  para ella que estoy y luzco sana, es decir, que no uso bastón, tengo mi piel en su sitio, no masco el agua, cuido mi cabello y mis uñas,  mi dentadura está completísima, no llevo aspecto de doña cansada y siento que me queda mucho por hacer en este mundo, entonces debo admitir que lo primero que hago para estar “conservada” es vivir bien.

Mi edad no es un secreto. Nunca la he ocultado aunque el riesgo sea que más de uno piense que estoy muy «conservada». (tal cual un mueble del siglo antepasado).  He ido cumpliendo los años que necesito para estar bien desde que despierto y pongo el acento en aquello que sume tranquilidad; me alejo emocionalmente de lo que pueda resultar complicado o tortuoso. Vivo ilusionada y enamorada  de mis planes por irrealizables que parezcan,  de mi familia, de mi oficio, de mis hijos, de mis amigos, de mis sueños, de mi pareja. Soy una repitiente del amor sobre todo aquello que ya amo.

Lo segundo que hago es comer bien. Esto es fundamental. Me encanta comer rico y sano. De niña mi mamá me obligaba a comer avena en plato; eso era un potingue horrible aunque hoy se lo agradezco y la consumo cada mañana;  ya no como me la servía mami sino en forma de arepitas crujientes que mezclo con chía y ajonjolí y a las que les unto crema de aguacate. (Funciona maravillosamente para la piel y para ponernos en nuestro peso de manera saludable). Ya les estaré dando la receta.

A lo “conservada” que estoy le puedo agregar el café. Como buena llanera de Acarigua, disfrutar del aroma y la fragancia del café me transporta a mis recuerdos más hermosos. Además me encanta sentarme en un lugar bonito (entiéndase un local o el mesón de la modesta cocina de mi casa) sola o con la compañía de alguien querido, a saborear sin prisa un sabroso marrón grande o un guayoyo, a respirar el momento, a pensar,  soñar, observar. Dicen que quienes tomamos café, soñamos despiertos. Creo que la cafeína también «conserva». En mi caso, al menos es así.

Escribo…el placer de escribir lo traigo  conmigo desde que era una niña muy pequeña. Cuando escribo me transporto, me encuentro, me reviso. Escribo de lo que veo, de lo que siento, de lo que vivo. Es una catarsis fantástica.

También suma a la “conservación”, el movimiento: subo y bajo escaleras, me doblo a buscar las cosas, me estiro cuando organizo closets o gabinetes, camino, brinco y salto, me cuelgo del columpio, organizo mi ropa cada semana, limpio la casa, muevo los muebles.

Recuerdo momentos en los que fui feliz, no con tristeza sino con agradecimiento por haberlos vivido. Los preservo como pequeños regalos, instantes que han hecho de mí esta que soy cada día.

Conservada y enteramente feliz. Agradecida por este paseo de cada día, cada semana, cada año. La vida es un avance indetenible, hacia adelante y sin palanca de retroceso.

Este año cumpliré 54. Los espero radiante y sana.

Seguramente es por la avena.

Jorgita Rodriguez

Productora teatral • Escritora • Locutora