gato Rodriguez

Cuando Gato apareció en nuestro camino

by | Sep 18, 2020 | Relatos | 0 comments

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Jorge cursaba tercer año de bachillerato y Luis apenas terminaba el pre-escolar. Íbamos rumbo al colegio esa mañana cuando un pequeño que casi no caminaba se nos atravesó en la vía. Jorge se lanzó del carro a rescatarlo, lo abrazó con el amor franciscano que lo caracteriza y, sin darme tiempo de dudar, me pidió que nos quedáramos con él; era un precioso gatito siamés de no más de seis semanas de nacido. Luis estaba muy emocionado. Nunca habíamos tenido una mascota y la alegría era inmensa para mis dos hijos.

Fue amor a primera vista; esa criaturita se hizo uno más de nuestra familia; decidimos entonces llamarlo Gato, Gato Rodríguez.

Gato fue un testigo de amor silencioso, bien portado, agradecido, compañero de diversión de Luis Francisco con quien jugaba a las escondidas cada tarde al volver este del colegio; permanente espectador de las prácticas de batería de mi Jorge adolescente cuando apenas encaminaba su sueño musical; acompañante de muchos de mis proyectos de trabajo (mis piernas eran su lugar favorito), ayudante en las labores del hogar, cuidador de mi sueño y descanso. Un gran compañero de convivencia.

En una década de vida junto a nosotros Gato se adaptó a cada uno de los humanos que lo rodearon y a los nuevos integrantes de la familia: a nuevos hermanos, a esa alocada y tierna prima que era una réplica de Elvira, a los amigos de sus hermanos, a los míos, a la abuela, a los vecinos.

Era otro niño más del hogar, consentido de los vecinos del edificio, el vigilante de la entrada de la casa, atento siempre al sonido de la llave. Un adolescente rebelde que se escapaba al piso de arriba y regresaba dos horas más tarde a maullar frente a nuestra puerta para que le dejáramos entrar; el anunciante de los distintos ciclos de la lavadora, el que enloquecía cuando le mostrábamos una lata de atún, el que solo tomaba leche descremada (igual que la mamá), el que respondía o refunfuñaba cuando le hablábamos, que almorzaba a la misma hora que todos en casa. Nuestro gato amado y amoroso.

Gato se fue después de varios meses de grave deterioro en su salud. Han transcurrido casi cuatro años de ello y el vacío sigue siendo inmenso.

Allá en el cielo de los gatos debe estar, caminando con la misma elegancia de siempre y tomando agua en los distintos chorritos que se le aparecen en el camino.

A un gato

(poema de Jorge Luis Borges)
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

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