Hace varios años, mi amado Claudio Nazoa me dedicó este escrito.
Hoy se los comparto y espero lo disfruten.
Sin duda es pura inspiración.
Cuando uno es pobre como yo, pero se siente rico, jamás podrá llegar a ser miserable ni marginal. Aunque parezca raro, la marginalidad no siempre está asociada a no tener dinero, es simplemente un fenómeno detestable que se lleva más en el cerebro que en el bolsillo. Conozco colegas pobres que a punta de talento, optimismo y curiosidad por la vida, son más millonarios que la nieta de Aristóteles Onassis.
La buena vida está sobre todo llena de la energía que produce el amor por las cosas sencillas, pero hermosas. Para ser millonario siendo pobre, sólo debemos pensar que dentro de nosotros vive un gigante capaz de hacer todo lo que nos proponemos. Si acaso no logra conseguirlo todo de un tiro, no importa, haga todos los días un pedacito de ese todo que usted quiere lograr. Siéntase grande y poderoso ante cualquier circunstancia por más adversa que ésta sea y aunque suene como un consejo esotérico, no olvide que lo más difícil, que era nacer, ya lo logró; lo demás es totalmente gratis, tanto como lo es ser inmensamente rico siendo muy pobre no teniendo dinero.
Es muy fácil ser millonario, por ejemplo, cuando vaya a comer, asúmalo con elegancia, sirva su plato (sin importar lo humilde que éste sea) con cariño, y póngalo bonito sobre una mesa que tenga un mantelito bien limpiecito. Use cubiertos relucientes, coloque un delicioso vaso con colores excitantes y llénelos de frutas frescas y jugosas.
Recoja de la calle o arranque de su matero una o dos flores y colóquelas en el centro de su mesa, comparta su comida por más poquita que sea con la persona que usted más ame, sonriendo y mirándola a los ojos, levante su vaso y diga: «Buen provecho», ría y coma pan tostado caliente ya que el pan da la sensación de poseer más de lo que se tiene y tal vez así sea.
Si va a salir de casa, piense en lo afortunado que es al tener vecinos tan simpáticos, no importa que eso sea embuste, lo importante es que usted pueda sentir que ellos son simpáticos. No vea el basurero ni los huecos que están en la calle, fíjese más bien en la cantidad de hermosos y frondosos árboles que hay a su alrededor y en los felices niños que juegan junto a ellos.
No sea tacaño, amigo! Eso es muy feo, mientras más tacaño se es, más pobres y miserables vamos a ser, así que exagere regalando. Seguramente, aún haciéndolo, estará dando poco.
Enamórese aunque no le hagan caso, porque cuando la gente se enamora siempre se pone bonita y se comporta como si todo lo tuviera.
Toda desgracia es pasajera, no se entierre en la realidad adversa ni en las cosas que son o parecen malas en la vida.
Tome licor, no beba; fume, no fume; sea vegetariano, coma carne; sea ateo, crea en todo; no haga deporte, vaya al gimnasio y trote, en fin, haga todo o deje de hacerlo, pero no obligue ni moleste a otros con sus fastidiosas manías.
Odie la pobreza, enséñese a sí mismo y a los demás, a ser ricos de verdad. Desconfíe de quienes valiéndose de aquellos que creen ser pobres, se exhiben como un general de causas miserables de dominio. Basta ya de exaltar la pobreza como una virtud, ya que eso sólo sirve para que la gente no se dé cuenta de lo inmensamente rica que puede ser.
Escritor • Humorista.
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