Antes que la risa, estaba ella.
Antes que mucho de todo. Antes que la ternura, la alegría, la honestidad, la gracia, el talento, la emoción. Antes que el empeño en seguir presente entre todos los que la amamos. Antes que todo lo maravilloso que tiene este país, antes que lo nuestro, antes que montones de cosas buenas.
Antes estaba Tania Sarabia. Mi Tania…nuestra Tania.
Hablar de Tania Sarabia es evocar todo un mundo de emociones, de sonrisas y lucha. Consentida de dos recordados hombres de la escena nacional: José Ignacio Cabrujas y Fausto Verdial, a quienes les interpretó personajes con la majestuosidad de su natural y espontánea capacidad actoral. Única, inolvidable e irrepetible, maestra del humor y también del amor hacia los demás, esta mujer “nacida para no ser olvidada” según Leonardo Padrón, causa el mismo revuelo al salir a escena, que al “salir” del metro en la redoma de Petare y ser requerida por los buhoneros y motorizados para una fotografía, un abrazo o una consulta de cualquier índole.
Cocinera innata; desde muy pequeña colaboraba en las labores de cocina junto a su abuela: “incluso hasta para preparar un sencillo sandwich, si no está bien presentado y hecho con amor no provoca ni comerlo”. Y quienes hemos tenido el honor de sentarnos a su mesa, sabemos que es así.
Hace casi treinta años la conocí. Yo empezaba con esto de Producir teatro y ella era una de las más cercanas actrices y amigas de Fausto Verdial, quien fuera mi mentor, mi protector, mi amado motivador y el hombre que me dio la oportunidad de iniciar, por todo lo alto, este compromiso de vida que tanto agradezco.
En esa época Tania era para mí como una de esas imágenes de iglesia que ves y no alcanzas. Allá en lo alto estaba ella. Yo, una niña principiante, solo soñaba con recibir de esa diva, en algún momento, una aprobación a mi desempeño, una mirada de aprecio y una sonrisa especial dedicada a mí para llevármela a la casa y ponerla en mi mesita de noche.
Produje una primera obra con ella y tres actrices más. Luego vino su primer monólogo «Que me llamen loca» escrito por Fausto y con la Producción general (vaya lujo) de esta servidora.
Maternal y afectuosa, Tania comparte su experiencia de vida con todo aquel que la rodea: aconsejar a las muchachas que trabajan con ella, decirles que se ven más bonitas con este o aquel corte de pelo, escucharles las penas de amor, desprenderse de sus recuerdos de toda la vida para obsequiárselos.
Resulta increíble pensar que Tania padeció un cáncer de seno y lo superó. En pleno tratamiento de quimioterapia, sin un cabello en la cabeza, interpretaba uno de los personajes de la obra de teatro “Monólogos de la vagina” y al final de cada función, los aplausos y ovaciones del público trascendían de su capacidad histriónica a su grandeza humana. Desde entonces inició lo que ella considera “su apostolado” para llevar el mensaje de prevención a muchas mujeres por vía del optimismo y el humor: detectar la enfermedad a tiempo, chequearse, quererse. Desde ese episodio Tania se hizo colaboradora de la organización Senos Ayuda: visita hospitales, participa en charlas en diferentes espacios del país, centros comerciales, empresas, plazas.
En medio de esa sonrisa franca, el abrazo que siempre está y su tan necesaria presencia, Tania nos alerta constantemente: “Hay mucha gente peleando por pendejadas, como si eso fuera necesario. La vida es muy corta y lo más importante es agradecer y amar al ser humano”.
Definitivamente Tania es el amor.
Con ella he compartido tanto (mención honorífica mi carrera, mis asuntos, mis éxitos, mis lagrimitas, mis matrimonios, mis divorcios, mis hijos, mi familia y amores)
Con ella he crecido y junto a ella me he convertido en la señora Jorgita.
Con ella solo sé reír y con el paso de los años he aprendido a hacerla reír yo a ella.
Fausto decía que Tania era su actriz. También es la mía. Y mi amiga, familia escogida, madre teatral, artista de lujo. Tania es ejemplo No un ejemplo a gotas como muchos “ejemplos” por ahí. Ella sí es de esos “por ejemplo” ante los que uno se quita el sombrero.
Desde nuestro encuentro hasta hoy va un recuento de sueños logrados, monólogos y obras, de homenajes y amistad eterna.
Decir que le amo es poco; decir que me conoce es quedarme corta. Ella ha estado en tantos de mis acontecimientos vividos, que puedo afirmar que, en muchos de mis aciertos está el cobijo de su voz, su abrazo y palabra puntual.
Mi vida profesional ha transcurrido con Tania como escapulario. Se convirtió en mi amiga, mi confidente, mi consuelo de malos amores, mi madre teatral, mi incondicional.
Hoy soy feliz. No solo me traje su sonrisa a casa en aquel comienzo, sino que puedo disfrutarla todas las veces que llevo gusto. Ella siempre está ahí y aquí cerquita, inmediata, alcanzable. Estamos juntas en esta ruta de aplausos y telón y en esos momentos de anécdotas, corazones y abrazos. ¡Ella también me aplaude! cada proyecto, cada escrito, cada alegría, cada poema, cada paso, cada buena decisión. Siempre me llama para tomar café y me dice que me extraña y me quiere. Yo le digo que ella es mía de mi propiedad. Ella lanza una sonora carcajada de aprobación.
Yo solo la celebro, como solo se celebra lo mágico, lo bello, lo amado, lo verdadero, lo maravilloso.
Venezuela puede sentirse completa. Pueden faltarnos muchas cosas, pero tenemos Tania.
¿Un trono para ella? Pues si lo merece aunque ella no lo pretende. Con que le den escenario, le basta.
Productora teatral • Escritora • Locutora
Una artistazaaa Tania, siempre tan querida.
Una grande y amada. Gracias por tu comentario