El poder de mi belleza

La belleza lo es todo y a la vez nada. Abre las puertas más impensables y es muy ingenuo creer que no.

Nos enseñan desde pequeños en la cultura Latinoamericana que no somos suficientes, que venimos incompletos, rotos, mal hechos. Basta con pasearse en los colegios y escuchar las tertulias de los educandos para darnos cuenta de la gravedad del problema cultural con el tema. Que hasta hace no mucho la meta de una chiquilla de 15 años fuera pedir de regalo de cumpleaños una mamoplastia, es un buen indicativo del problema.

El negocio de la belleza es de los más estables y lucrativos. De hecho es de las tres industrias más prosperas del mundo junto a la sexual y de la moda. Por ende nunca morirá, como buen parte del capitalismo del mundo, buscará las formas de florecer, expandirse y fortalecerse. Esto se reflejará en una industria más agresiva e incisiva con su mensaje. Nada será suficiente en un determinado punto, porque cada día se nos exigirá más y más. Y el punto del desquiciamiento, créanme está a la vuelta de la esquina.

Desde hace 28 años, tiempo que llevo de carrera, la gente ha comenzado un lento despertar por asumirse, entenderse como único y amarse. Había miedo a hablar ¡imposible olvidarlo! Los constantes “no vayas a decir nada que te comenté” estaban siempre presentes. Sin embargo la negación de lo que sucede, la presión social y la baja autoestima hacen una mezcla explosiva que resultan en un desastre cultural y generacional.

Por casi tres décadas en Latinoamérica se ha venido cuestionado tímidamente sobre los arquetipos de belleza, cada vez con más fuerza y contundencia, pero lamentablemente los ideales marxistas se metieron en esta película, como era de esperarse, y han hecho del debate, una jornada infumable, de la cual paulatinamente me he ido alejando, porque dolorosamente, ésta conversación que abrí y plantee hace 28 años, es ya ajena a mí, mis convicciones e ideales. No me pertenece más, aunque sigo creyendo firmemente en lo que me trajo aquí y nadie me va a cambiar de parecer. Ya hasta se habla en un neo lenguaje absurdo que me rehúso a aprender, mucho menos a usar, porque era innecesario, porque complica las cosas, y porque no quiero, sencillo como eso.

Ésta conversación, aunque ha tenido sus frutos, porque sería mezquino negarlo, debo decir que no ha llegado al punto deseado. Pero a lo que quiero llegar, es que el venderle a la gente que el mundo va a cambiar, que la humanidad será otra y que la tierra prometida es todos respetándonos mutuamente cantando juntos Kumbaya, es engañar con un imposible, con una realidad que nunca será tal.

Hay temas en los cuales no hay un efecto reverso y éste es uno de tantos, para bien y para mal.

La educación es el arma más importante que se le puede brindar a la gente. Los niños y jóvenes requieren con urgencia que se les contrarreste tanta publicidad engañosa y tóxica, que se les enseñe a amarse, valores positivos, constructivos, en lugar de tanta necedad progre acomplejante.

Es imperativo enseñar a nuestros jóvenes y niños a respetar, valorar y a amar a todos luzcan como luzcan, pero también enseñarles a no dejarse vapulear y que la invalidez emocional de nadie venga a pretenderlos romper o dañar. La ley del espejo no se equivoca ni prescribe, la gente proyecta en otros lo que tiene por dentro, y esto no va a cambiar mientras el mundo sea mundo. Es una ley de la psicología.

Aunque el tema de la belleza es subjetivo, personal y tiene un interesante aspecto sociológico y científico, es sin duda, al final una decisión personal.

Siempre me preguntan del tema y responderé siempre lo mismo: no hay cosa más maravillosa y mágica que una persona que se sabe bella, porque no necesita “arreglarse defectos” u opiniones de terceros, porque esas opiniones tampoco le importan. Aunque siempre entramos por los ojos, y no engañaré con supuestos trasnochados de una noche de luna llena, lo que nos hace realmente bellos es como respondemos ante los acontecimientos de la vida, como enfrentamos las cosas, nuestra integridad y honestidad.

El mundo no cambiará, y mal vamos, si es la llamada generación de cristal la que dicte que conversación llevar, como llevarla y bajo qué patrones se definirá entonces la belleza, porque de eso tengo mucho que decir, pero será en otra oportunidad.

Levanta el rostro y enamora con tu belleza ¡Todos la tienen! Aprende a explotar la maravilla de ser tú y conquista al mundo. Llorar por las esquinas porque te discriminan solo atraerá a gente rota que buscará romperte más y no queremos eso. La miseria se atrae sola y ese lamento borincano poco aporta al crecimiento personal de nadie.

Edúcate de cómo ser la mejor versión de ti y sal a comerte al mundo, con una visión realista y cambia la narrativa.

Disfruta el poder de tu belleza.

¡Hasta la próxima!